"[Es como un enviado real que] finalmente no calla ninguna de las palabras de su soberano, aunque ello se cueste la vida". ¿Qué hacer, entonces? Si hablo, me expongo a la oposición del mundo en general. Pero si callo, me expongo a ser condenado por no haber obedecido la severa admonición del Buda."
Saldar las deudas de gratitud.
Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 729
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